(...)
La Laminaria digitata es de color marrón claro y se parece a la Laminaria hyperborea, que posee un tallo más áspero, y a la Saccorhiza polyschides, que tiene un tallo con protuberancias bulbosas. Estas dos algas, sin embargo, viven en las aguas profundas y aunque a veces, algunos mediodías de verano, Hans Reiter nadaba hasta alejarse de la playa o del roquerío en donde dejaba su ropa y luego se sumergía, no pudo verlas nunca, sólo alucinarlas, allá en el fondo, un bosque quieto y silencioso.
Por esa época comenzó a dibujar en un cuaderno todo tipo de algas. Dibujó la Chorda filum, que es un alga compuesta por largos cordones delgados que pueden, sin embargo, llegar a alcanzar los ocho metros de longitud. Carecen de ramas y su apariencia es delicada, pero en realidad son muy fuertes. Crecen por debajo de la marca de la marea baja. Dibujó también la Leathesia difformis, que es un alga compuesta por bulbos redondeados de color marrón oliváceo, que crece en las rocas y sobre otras algas. Su aspecto es extraño. Nunca vio ninguna, pero soñó muchas veces con ellas. Dibujó la Ascophyllum nodosum, que es un alga parda de patrón desordenado que presenta unas ampollas ovoides a lo largo de sus ramas. Existen, entre las Ascophyllum nodosum, algas diferenciadas macho y hembra que producen unas estructuras frutales similares a pasas. En el macho son amarillas. En la hembra de un color verdusco. Dibujó la Laminaria saccharina, que es un alga compuesta por una única fronda larga y con forma de cinturón. Cuando está seca se pueden apreciar en su superficie cristales de una sustancia dulce que es el manitol. Crece en las costas rocosas sujeta a múltiples objetos sólidos, aunque a menudo es arrastrada por el mar. Dibujó la Padina pavonia, que es un alga poco frecuente, de pequeño tamaño, con forma de abanico. Es una especie de aguas calientes que se puede encontrar desde las costas meridionales de la Gran Bretaña hasta el Mediterráneo. No existen especies afines. Dibujó la Sargassum vulgare, que es un alga que vive en las playas rocosas y pedregosas del Mediterráneo y que, entre las frondas, posee pequeños órganos reproductores pedunculados.
Se la puede encontrar tanto en niveles bajos de agua como en las grandes profundidades. Dibujó la Porphyra umbilicalis, que es un alga particularmente hermosa, de hasta veinte centímetros de longitud y de color rojizo purpúreo. Crece en el Mediterráneo, en el Atlántico, en el Canal de la Mancha y en el Mar del Norte. Existen varias especies de Porphyra y todas ellas son comestibles. Los galeses, sobre todo, son quienes más las comen.
(...)
                                                                               Roberto Bolaño en 2666






 (...) Lo que nunca se dormía del todo era una cierta idea de magnolias. Aunque los árboles donde ellas vivían hubieran quedado en el camino, ellas estaban cerca, escondidas detrás de los ojos. Y yo de pronto sentía que un caprichoso aire que venía del pensamiento las había empujado, las había hecho presentes de alguna manera y ahora las esparcía entre los muebles de la sala y quedaban confundidas con ellos.(...)

                                                                                                 Felisberto Hernández en el Caballo perdido





antitierra. Pablo Besse + você e meus ombros. No Tan Parecidos



Capítulo IV  Las felicidades
(...)
El pasado es un nuevo órgano que resulta de la lengua enseñada a los que nacen. Asociado con la página escrita, extiende un nuevo espacio que llamamos Historia. La palabra latina pagina significa la morada más vasta donde el alma puede moverse, viajar, comparar, volver. Es el pagus, el país. La “página” es una extensión del espacio actual (una desmultiplicación del medio). Es una nueva dependencia que se añade al espacio interno situado dentro del cráneo por detrás de los ojos. Otra habitación. Una tercera habitación detrás del ojo izquierdo, justo al lado de la voz involuntaria donde susurra, habla, sermonea, reta, invoca la lengua natural adquirida por el animalito niño tan insensiblemente, hace algún tiempo, a partir de la mirada de la madre.
(...)

Capítulo IX Le Havre
(...)
Dionisio el Tirano puso en priosión a Polixeno el Pensador porque este último  no se dignaba aprobar sus versos.
Platón el filósofo le prometió al tirano que su amigo tendría en el futuro mayor complacencia con respecto al poder que detentaba sin discusión.
Bajaron al calabozo.
Se le liberaron los pies, el cuello, las muñecas de las cadenas que lo habían aferrado a un muro húmedo y que estaban oxidadas.
Polixeno sube de los subsuelos de la fortaleza.
Entra en el salón con los ojos enceguecidos, ocultando con la mano su túnica sucia en el sexo.
Escucah los últimos versos que el tirano compuso y que está declamando.
No se detiene en su camino sino que se dirige a uno de los guardias que se hallaba apostado ahí y le dice:
- Devuélvame a las cadenas rojas , al calabozo, al hambre y a la sombra.
(...)

                                                                                                                                 foto: elenio pico



En el camino de los presos con Nine y con Elenio. Carlos pidió ir a dar una vuelta y los llevé al camino de los presos, al ratito de andar me pregunta ¿y qué hay más adelante?, bosque, le contesto. Se detuvo y dijo, volvamos. 

Fue muy generoso en venir con Elenio y acompañar el trabajo de muchos dibujantes que participamos de una muestra gráfica en Ushuaia.




*

En un grandísimo
y hondo espacio
en un valle
pasto como buey
en un valle que la luna
no la sigo
no me sigo
pasto como buey
en mí
en mí
en la que arrastro
no me deshago
me hago
mi piel
de qué está hecha
esta fornida piel?
no me hago
me deshago
mi voz
de qué está hecha
esta fornida voz?

… estoy en Arizona?
… estoy en Adrogué?

en la sombra
robusta del buey?
en el cuerpo
abierto de un buey?

en un grandísimo
y hondo espacio?

en la fe
inaudita del buey?



                                                                                                    Noelia Rivero en Yelmo





CORTES EN EL DISCURSO ECONÓMICO

En el discurso económico actual, los cortes se describen amenudo usando metáforas del cuerpo humano. En el lenguaje de la austeridad y la deuda, los Estados y las economías se comparan frecuentemente con individuos que necesitan perder (o están perdiendo) partes del cuerpo. Las intervenciones que se sugiere aplicar al cuerpo político van de la dieta (eliminar grasa) a la amputación (evitar que el contagio se extienda), aligerar peso, apretar el cinturón, adelgazar y recortar lo superfluo.
Resulta bastante interesante que la tradición de aplicar cortes al cuerpo haya sido central en la creación de la propia idea de sujeto y haya estado estrechamente ligada a la noción de deuda. En uno de sus libros sobre la deuda, Maurizio Lazzarato analiza la descripción que Nietzsche hace de la creación del sujeto como forma histórica. Para recordar la deuda y la culpa, las personas necesitan memoria, y tanto la deuda como la culpa están muy literalmente inscritas en el cuerpo en forma de cortes. Nietzsche menciona toda una gama de métodos usados para reforzar la deuda, la memoria y la culpa: el sacrificio humano y también mutilaciones como la castración. Se entusiasma al detallar un catálogo completo de torturas, señalando con deleite que los alemanes son especialmente creativos en lo que se refiere al diseño de cortes en el cuerpo: el descuartizamiento, el tajea de la carne del pecho, la extracción de la piel en tiras, y así sucesivamente.
El derecho romano expone una conexión muy clara entre la deuda y el corte del cuerpo. Las llamadas XII Tablas mencionan explícitamente que el cuerpo de un deudor puede legítimamente ser dividido entre sus acreedores, lo que significa que estos últimos tienen derecho a cortar partes del cuerpo de aquel. Y de acuerdo con este punto de vista legal, en realidad no importa si cortan un poco más o un poco menos.

Si los acreedores fuesen muchos, al cabo de los tres nundinos (o de los 27 días)  hagan trozos del cuerpo del deudor, pudiendo coger cada uno más o menos parte sin incurrir en fraude o véndanlo a la otra parte del Tíber, si prefieren hacerlo así.


Esto nos lleva a la pregunta de cuál es el cuerpo del que estamos hablando. Hay siempre varios cuerpos implicados en este tráfico de metáforas: un cuerpo literal, que es en realidad cortado metafóricamente, así como un cuerpo metafórico que representa una economía nacional o de un país, o en realidad de una corporación. Hay un cuerpo natural tanto como un cuerpo político implicados en la ecuación, y el cuerpo que es cortado es un nodo de intercambio, o más bien una edición entre ambos tipos de cuerpos. Si seguimos las famosas definiciones de Ernst Kantorowicz, quien analizó el tropo del cuerpo político y su emergencia en la esfera legal, el cuerpo político es inmortal e ideal, mientras que el cuerpo natural es falible, ridículo y mortal.  Y en efecto ambos están experimentando cortes tanto literal como metafóricamente.

                                                                                                           foto: Gustavo Groh


en algún lugar del tiempo dibujamos en territorio de formas anteriores.

Manual

Cecilia Marmissolle
Santiago Olguin
Pablo Besse

Las 245 - Ushuaia
Tierra del Fuego
Argentina

                                                                                                              foto: Graciela Tibaudin


Nota del cuaderno de campo, septiembre de 1986, juzgado de instrucción de XXX: 

“Un juzgado de instrucción. Un día hábil. En una pequeña oficina llena de papeles, carpetas, muebles desvencijados, hay varias personas esperando para declarar. Un hombre mayor está sentado en el suelo, medio caído, parece borracho. Es el día que han citado a los testigos de la causa XX. En el expediente XX se investiga la muerte de un chico en un supuesto enfrentamiento con la policía. La abogada del CELS ha descubierto que al chico lo han fusilado y que no podía haber disparado –como dicen los testigos policiales– porque estaba ebrio. Un perito prestigioso y amigo de ella lo ha probado en el expediente observando la posición en que cayó el cuerpo. La abogada ha conseguido también que otros adolescentes, amigos del chico, declaren en el juzgado cómo ocurrieron los hechos. Los adolescentes tienen pánico de testimoniar –porque son jóvenes y pobres–, pero han aceptado. Esperan que llegue el secretario. Mientras, la abogada descubre en un rincón a un viejo conocido, un sindicalista combativo que le explica que está esperando porque lo han citado para tomarle indagatoria. Está un poco asustado, pero no lo deja notar. Aparece un empleado, mira la causa XX, le dice a la abogada que no entiende de qué se trata, entonces la abogada –que es quien acusa– hace las preguntas que el juez o el secretario deberían hacer a los testigos, lo hace para ayudar al empleado en el tarea y para terminar el trámite. Mientras esto sucede, la policía trae a un preso por un hábeas corpus. La jueza se lo había denegado. El hombre –que estaba empastillado– está desesperado, se sube a la ventana –están en el tercer piso de tribunales– y amenaza con arrojarse a la calle. La jueza que está en el despacho continuo sale y, a los gritos, lo reta y reconviene, mientras un agente del servicio penitenciario le ruega lastimeramente que se baje de la ventana. Los testigos de la causa XX, cada vez más aterrados, quieren irse cuanto antes. En medio del alboroto todos siguen trabajando, es difícil escuchar y confuso. Finalmente logran bajar de la ventana al preso, los testimonios de los jóvenes terminan, el sindicalista es llamado a sentarse frente a un escritorio, el hombre recostado en la pared cae un poco más, otra persona presta declaración en un rincón y otra gente entra y otra sale. La abogada vuelve a su oficina del CELS. Cuando llega, suena el teléfono. Es del juzgado. Un empleado le pregunta respetuosa y amablemente: doctora, la vimos hablando con X –el sindicalista– ¿Usted lo conoce? ¿Tendría su teléfono? Sucede que nos equivocamos, estaba citado como testigo, pero le tomamos declaración como imputado, necesitamos que venga para cambiar la testimonial”.




fotos: Graciela Tibaudin



La publicidad es una presencia ominosa en la vida de las comunidades, ese clima de negocios que convierte a la tragedia vital del paso del tiempo en una forma envenenada para el ojo. Cada una de esas marcas, de esos nombres, son formas de gobierno que ironizan sobre las esperanzas renovadas de cada generación que llega al ruedo. Cuando las grandes, una cuestión de escala no de tamaño, manifestaciones se perciben sin esos cortes diseñados se puede entender lo cerca que estamos (quiénes) de asomarnos a otro pasado.