(...)y tendría que estudiar un poquito de alemán, como para decir "café", "vino", "fíjese qué cosa". También aprender un poco de pronunciación, porque no sé por qué extraña obstinación o locura, pronuncio las lenguas a mi manera, como a mí mejor me suenan; me encanta pronunciar a mi manera, como me gusta y no como debe ser. Ahí percibo una falla grave: no hablar un idioma como lo hablan todos implica no adaptarse a las reglas, a los usos, al sentido común. Peor todavía: es no querer sumergirse en la corriente de las generaciones que por años y años han hablado una lengua, patrimonio de todos<, de manera caprichosa, me invento una pronunciación para inventarme a mí misma.
(...)

                                                                                      Hebe Uhart en Congreso