10, Como dice Eagleton, dado que para el deconstruccionista no hay diferencia
entre texto y contexto, entre obra y marco, entre ergon y parergon, entonces uno
puede concentrarse en cualquier texto que le caiga en las manos haciéndose pasar por
deconstructor de la metafísica occidental mientras se las lava respecto a la política
pura y dura. En términos de critica ideológica: lo único "superable" es la creencia de
que se puede superar la retórica; por tanto, se debe continuar en un estado agnóstico
respecto a cualquier otra aspiración critica. Según Eagleton, al no haber interior ni
exterior, al estar la ideología dentro del deconstruccionista mismo, éste se puede
mantener eternamente vivo, dado que siempre ha estado muerto (d. WB, 209).











(...)
Cinco veces se repite "sans pourquoy" (sin porqué) y "san nul pourquoy " (sin ningún porqué) en el Miroir des simples âmes (espejo de las almas simples) de la beguina Margarita, quien murió en la hogera en París en 1310, sosteniendo ese libro fabuloso entre sus manos. Ella es la santa entre los santos. Fue la repudiada entre los repudiados. Humo y ceniza -polvo que vaga aún por el aire atroz- serán sofocantes hasta el fin de los tiempos. En la traducción inglesa del libro de santa Margarita, Mirior of simple souls, la expresión "sans nul porquoy" es vertida como without any why. Después Eckhart la utilizó con un acento cercano al sponte sua.
Eckhart deseaba subrayar el extraño carácter de la espontaneidad libre de la contemplación cuando se sumerge en la creación del mundo, que también es pura espontaneidad libre, sin edad, incesante, contingente, gratuita, divina, sin porqué. 
Como todo libro auténtico es sin porqué.
Margarita quemada, Eckhart excomulgado, la gran meditación acerca del "Sin porqué del Tiempo" se halla en los dos libros de la beguina Edwige.
(...)
                                                                           Quignard en Las Pradisíacas




(...)
Los monoteísmos celosos (como tiempo después la Ilustración celosa y el
cientificismo celoso) sacan su impulso de la fantástica idea de que, a pesar de todos los
errores y confusiones de la realidad controvertidamente lingüistificada y múltiplemente
representada, se podría «restablecer» el lenguaje originario univalente. Les gustaría hacer
audible el monólogo de las cosas como son en sí mismas y reproducir los hechos sin velos,
las primeras estructuras, las instrucciones más puras del ser, sin que hubiera que
condescender con el mundo medio de las lenguas, de las imágenes y de las proyecciones
en su propia legalidad. Los partidarios de las religiones de revelación pretenden incluso
hacer que el monólogo de Dios resuene en un oído humano, y que en ello el ser humano
oyente permanezca como mero receptor sin que su yo entre en juego; y sin que tenga
participación alguna en los derechos de autor.
(...)
                                                                                     Peter Sloterdijk en Celo de Dios



(...)
Ya la parábola evangélica de los lirios del campo y los pájaros del cielo ironiza acerca de los tesoros, los stocks y las provisiones, que solo son adjetivos de las personas: los principados y los señoríos no son más que imposturas, "Degollar a un rey, hacer lo que nunca nos atrevimos a hacer, son cosas fáciles de realizar y deben ser realizadas." Lo que importa no es la virginidad de los gestos y de las palabras, sino la del pensamiento, exactamente esa que la ironía nos enseña a aislar. Por otra parte, Pascal nos ha mostrado los malentendidos, e incluso las casualidades, a los que la justicia humana les debe su prestigio.
(...)

                                                     Vladimir Jankélévitch en La Ironía.